domingo, 22 de marzo de 2009

2

Nada recuerdo más de Elisa que las tetas de Elisa. De hecho, creo recordar que hablaba poco, pero me cuesta. Es un gran esfuerzo. ¿Tenía los ojos oscuros? ¿Llevaba flequillo o el pelo hacia un lado? Sus tetas. Sus blancas y enormes tetas.
Sé que dicho esto así suena mal (muy mal, Toni). Ha pasado ya un año desde que se fuera, digo "irse", ese eufemismo occidental. Los ingleses dicen "pass away". No me da pena. Alguien que decide suicidarse, no afrontar la vida, no me da especial pena. De hecho, tenemos que ser dignos de pena los que nos quedamos aquí, envejeciendo, viéndonos menguados, llegados a menos, al borde de la muerte, más que aquellos que se "van". Así que, a la mierda Kurt Cobain, a la mierda Alejandra Pizarnik, a la mierda Catulo... yo soy más admirable que todos vosotros porque sigo aquí, vivo, luchando por ello. Un guerrero.
En fin, que nada recuerdo bien de Elisa salvo sus tetas. Y ahora no sé por qué me vino su recuerdo. A ver si hago memoria. Sería, quizás, ya sé, por un libro que trajo aquel día extraño. Sí, vino y me pidió un bloody mary, le hice el bloody mary y se fue después de beberse el bloody mary. A la media hora me di cuenta de que se había dejado aquel libro sobre el sofá. No he sentido la necesidad de leer el libro desde entonces pero esta tarde, claro, ahora todo encaja, esta tarde de aburrimiento lo cogí del estante. Estaba entre Shakespeare y Hemingway, porque no arreglo mis libros por orden alfabético, estaría bueno. Pasé mi dedo por los que había leído y me paré en éste, que se dejó Elisa antes de irse. Y ya sé por qué me acordé de sus maravillosas tetas.

lunes, 24 de noviembre de 2008

1

La mujer parece una foto de Man Ray. Le cae el pelo hacia la nuca (porque está tumbada boca arriba, con la cabeza hacia atrás, al borde de la cama). El amante la coge con fuerza y baila sobre ella. Parece que haya entrenado años, es ducho en follar. La mujer que parece una foto de Man Ray se estremece y sus manos son tiernas arañas por las sábanas.
Yo soy esa mujer.
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En realidad él no está encima de mí ni suda encima de mí por bailar encima de mí, sino que está a unos dos metros de mi cuerpo, liándose un porro.
Su comedor es amplio, su decoración, provisional, eso sí, hay muchos libros de autores franceses, alemanes, iberoamericanos, algún novelista japonés, algo de italiano... A él le gustan sobre todo estas cosas: follar, leer y fumar. No necesariamente por ese orden.
Es un tipo de contrastes. Para alguans cosas es un pequeño burgués, educado, limpio, hidratado. Aséptico. Esto se ve a la primera en su lenguaje postural, la forma de dejar caer sus miembros al sentarse, armónicamente, con ralentí. Luego le gustan las cosas sucias, o no le importa relacionarse con ellas. No es escrupuloso, por ejemplo, a la hora de practicar el sexo oral con una mujer que haya sido anteriormente penetrada por otro, tampoco lo es ahora, al deshacer con su mechero parte del huevo que un marroquí llevo en su recto durante horas y junto a otros 29 huevos.
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Cuando se procede al uso, normalmente se emplean unos guantes de látex para deshacerse del plástico que rodea el material. El hedor a mierda es intenso y yo le imagino a él haciendo el proceso de desenvolver el huevo, en la encimera de su cocina, sin asco y con destreza. Tal vez silbando a) "Our house" de Madness, b) las "Cuatro estaciones" de Vivaldi o c) una de Monty Python.
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Me cuenta (para para lamer el papel y luego secarlo con el mechero a una distancia de tres centímetros) cómo se prepara, artesanalmente, la marihuana que después se meterán los transportistas de Marruecos por el culo. Esa mierda es mejor que la mierda que se vende en las esquinas en forma de cuadradito para deshacer, pues la que cala la tela en el proceso es la más densa que será luego el huevo.
-Dime -cambia de tema- ¿por qué has venido?

Me temía la pregunta pero también la necesitaba.Lo que no sé es qué le voy a contestar. Él no es un hombre que tolere respuestas del tipo Pues es que resulta que tengo casi cuarenta años y me suicido esta semana con tranquimazín o ya veré con qué, así que no quería irme al otro lado sin pegar un polvo contigo. O tal vez sí, tal vez le pareciera inteligente, pragmático, venir a follar con él antes de morir. Última parada: la cama de él.
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-¿Qué cocktail sabes preparar? -le pregunto, seguro que sabe hacer buenos cocktails.
-Pues la verdad es que los Bloody Mary me salen muy bien. Espera, voy a ver si me queda tabasco.
Mientras él busca en su cocina, me desabrocho un botón de la blusa, luego decido que mejor me desabrocho otro, y luego que mejor un tercero. Pero antes de que vuelva de la cocina ya me he abotonado la blusa. Ese tipo de herramientas de seducción no son dignas, me parece en ese momento.